Nasca | Lo conocimos al ingresar a laborar en mayo del año
'80, era un lunes 5 cuando a eso de las seis de la mañana me presente al hospital,
había ganado una plaza que por ese entonces había convocado a concurso el ORDEICA
Organismo Regional de Desarrollo de Ica. Llegó aproximadamente a las 6:30, y lo
primero que hacia era visitar a los pacientes, revisaba las historias clínicas y daba una u otra recomendación.
Al pasar por los pasillos del hospital iba apagando
las luces y a las 7:00 ya estaba en su consultorio para atender a sus pacientes, atendía
en el consultorio de pediatría. Por el intercomunicador llamó al jefe de
mantenimiento y le dijo que a partir de ese día ingresaba a laborar y que me
diera mis funciones. Así fue mi primer contacto con don Ricardo.
Era muy estricto en cuanto a puntualidad
y en el cumplimiento de las tareas que se me asignaba, hasta que un día me dijo:
“Termine usted su tarea y pase a apoyar a secretaria de la dirección”. Siempre
fui muy bien considerado por el Dr. Cruzado, habían pasado ya mas de 10 años, y ya trabajaba en la oficina de personal. Corría ya el año 1993, cuando un día
se presenta en la oficina, traía unos documentos, pedía sus vacaciones
no gozadas del año anterior y el que le correspondía del 1993. El otro documento era su renuncia, y era que en dos meses cumplía 70 años. “Lo
presentas faltando unos 15 días. Yo ya no vuelvo, no vayas a avisar a nadie”
dijo, y es que a él no le gustaban los agasajos ni despedidas, me dio un
abrazo, y ya saliendo de la oficina con la voz un tanto quebrada me dijo, “tú
eres un buen muchacho, pórtate bien, no quiero saber de cosas malas que hayas
hecho” y se fue. No atine a nada, quede perplejo. Cuando reaccioné, salí al
pasillo y lo vi ya lejos, con su caminar apurado. Así fue como don Richard como
le decíamos algunos se fue del Hospital, aquel que había dirigido por más de 12
años. Era muy estudioso, siempre lo veíamos en su consultorio de la calle Bolognesi
leyendo gruesos libros ayudado por su lupa.
Pasados los años, a causa del desmejoramiento de su
salud, supimos que finalmente se fue a radicar a la capital Lima. Lo visitamos en enero del 2016 integrando una comisión que encabezaba el Dr. Juan José Aguado
Saavedra, en ocasión de solicitarle su autorización para la denominación con su
nombre del remodelado Hospital de Apoyo de Nasca. Se alegro mucho que lo
visitáramos. Ya en la despedida, saliendo de su casa, me abrazó, y con lágrimas
en los ojos preguntó por todos, cómo está Alejo (Mañuico), Varguitas,
Marcelino, Carmencita, Andrea, Martha, me los saludas a todos, dijo. Abordamos
nuestra movilidad y mientras nos alejábamos lo veíamos haciendo la señal de
despedida. Esa es la última visión que tengo en mi memoria del Dr. Cruzado,
aquel que nos formó en el trabajo a muchos compañeros, en el estricto cumplimiento del
deber. Ayer, nos dejó y no pudimos visitarlo no pudimos estar junto a él.
Seguramente con su bata blanca estará al lado del Padre, que así sea. Seguramente habrán muchas historias, pero este es mi testimonio.